14 de noviembre de 2009

TAMANCA SABRODULCE 2006 ( Bod. Tamanca - DO. La Palma)

TAMANCA SABRO DULCE 2006
Catado en octubre de 2009
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Si un buen vino es terruño, las malvasías de la Isla de la Palma sintetiza a la perfección el sentido de Terroir, fruta madura volcánica salvaje, si has visitado la isla sabrás de que te hablo si no te invito a ver un pequeño anticipo de la visita a la isla que publicamos hace unas semanas y que esperamos en breve concluir en breve con una segunda parte.


Tamanca Sabrodulce es salvaje es fiel reflejo del terruño de la Isla Bonita.


Historia de las bodegas Tamanca

Unas amplias galerías excavadas en la montaña Tamanca (municipio de El Paso, en la isla de La Palma) en los años setenta del siglo XX y por las que cabe un camión perfectamente, sirvieron a su impulsor para instalar en ellas una bodega repleta de bocoyes. Con los años se hicieron insuficientes y por allí dentro llegaron a entrar depósitos gigantes, también de madera, que llegaron a La Palma procedentes de vagones de tren. A diferencia de otras galerías, las que buscan nacientes de agua en las profundidades de la tierra, aquí no hay que canalizar el gotear de las paredes para que salga al exterior, al contrario, es el líquido en forma de mosto el que entra y se guarda.

Valentín Simón “siempre hizo vino”, dicen sus descendientes, que han seguido la tradición de este palmero de principios del siglo XX, de Las Manchas, a la vez que han sido partícipes de la evolución que la elaboración del vino ha protagonizado en las islas Canarias, en especial durante las últimas décadas. El hijo de aquel agricultor con algunos envases de madera en una pequeña bodega, Federico Simón Cruz, puso en práctica antes el espíritu emigrante del isleño que la vocación por la viticultura y en 1951 celebraba su 18 cumpleaños navegando rumbo a Venezuela.

“Fue en 1959 cuando empezó”, dice su hijo, Federico Luis Simón Rodríguez, enólogo y último eslabón en la cadena generacional y vocacional. “Tenía los viñedos del abuelo, en la finca La Hacienda, que le tocaron a él, y se puso a elaborar y vender vino”. Con los ahorros que trajo compró una finca de plátanos y después se fijó en la montaña Tamanca, donde adquirió más parcelas para dedicarlas a la producción de uva. De unos modestos ocho mil litros pasó con el paso de los años a los cuarenta y cincuenta mil, pero su bodega estaba lejos de parecerse a esas otras de tipo familiar y más modestas.

La montaña de lapilli perdió parte de sus entrañas y en su lugar Federico Simón hizo cuatro espaciosas galerías, que nada tienen que ver con las angostas que buscan nacientes de agua en otro tipo de suelos. En la entrada de una de ellas situó el primer lagar a la izquierda, después habría otro mayor a la derecha; y hacia el interior filas de bocoyes de roble americano de 600 litros. Con el tiempo, la tecnología fue entrando a la par que cada cosecha significaba un nuevo mosto y en vez de tanto pisar uva hicieron aparición una estrujadora manual que se movía con una manivela y, posteriormente, una eléctrica que separaba el engazo del fruto.

Depósitos ferroviarios
Los bocoyes llegaron a ser insuficientes para el ritmo de crecimiento de la producción y durante una cosecha grande, a finales de los sesenta, pese a que contaba también con tanques de cemento, buscó una solución de emergencia: compró dos depósitos gigantes de roble americano que procedían de vagones de tren y habían llegado a Canarias en la bodega de algún barco.

Los 17.000 litros que sumaron ambos envases no fueron suficientes al año siguiente. “Compró varios conos de cinco mil litros y dos grandes como los del tren, que se llegaron a usar pero no estaban en muy buenas condiciones, eran viejos y se fueron agrietando”. Tanto que alguno desparramó su contenido y se decidió prescindir de ellos. Le llegó entonces el turno a la fibra a mediados de los ochenta. Las galerías disponían de mayor capacidad en el mismo espacio al sustituir los viejos envases de madera por los abultados depósitos de fibra. Había más espacio y el pequeño bodegón abierto al público en la más pequeña de las galerías, donde se despachaba vino, pronto se convirtió en un amplio restaurante.

“Antes del ochenta y uno se vendía vino en la bodega los martes y viernes. Al abrir la tasca en ese año ya se vendía a diario, hasta que se convirtieron dos túneles en restaurante especializado en carnes, jamón y queso”, explica Federico Luis Simón, dedicado a sus tareas como enólogo en las galerías donde todavía se respira la tranquilidad, el frescor y la oscuridad de la bodega. En las galerías convertidas en restaurante la situación es distinta. Los bocoyes reconvertidos en elementos decorativos son ahora testigos de una vida que se mueve más rápido, al ritmo que los camareros deben circular para atender sin demora a los muchos clientes, nativos y foráneos, que se acercan a estos pasadizos de picón y piedra.

Última evolución
Ha sido Federico Luis Simón el impulsor de la última evolución que han vivido las bodegas Tamanca a partir de 1992, con la introducción gradual del acero inoxidable. “En 1998 toda la bodega quedará sólo con acero”, asegura[ba este mismo año], “y con una capacidad de 100.000 litros”. Llegó en 1991 en su calidad de enólogo y pronto hizo valer los nuevos conocimientos adquiridos. “Teníamos un atraso de 58 años y seguimos teniendo retraso. Pero con la nueva generación ha habido un cambio radical”, dice, en referencia a los numerosos jóvenes que salen al mundo laboral con otra concepción de lo que hacer en una bodega.

“Al principio se te viene el mundo encima, aunque ves que los abuelos también hacían cosas muy buenas. El mío tenía diez envases y distribuía el mosto para hacer una fermentación continua de cumbre a costa”, cita un importante ejemplo. “Vendimiaba en la costa y repartía en envases el mosto, Luego seguía vendimiando a más altura y mezclaba los mostos: paraba la fermentación y refrescaba los mostos. Así salía un vino parejo, aunque podía variar entre un envase y otro”.

[De la hemeroteca del autor: Yuri Millares. Reportaje publicado por primera vez en el diario Canarias7 con el título "Galerías de vino".]

Información extraida de www.vinoscanarias.es


Tamanca Malvasía Dulce
2006
Bod. Tamanca
DO. La Palma



Composición Varietal
100 % Sabro

Graduación Alcohólica
15 % Vol.

Nota de Cata

Color ámbar intenso, lagrima lenta, gruesa, capa baja, brillante.
En nariz es fruta blanca, mineralidad propia de la isla, fruta madura, azúcar tostada y balsámicos, contraste seductor.
En boca es largo, untuoso, melocotón en almíbar, piel de naranja, mineralidad postgusto. larguísimo

Es frutoso, dulcedumbre sin empalagamientos bajo un fondo fresco mineral, es un vino de pequeñas copas, excesivo y salvaje.
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